miércoles, 15 de abril de 2009

El Basilisco.- Alcaudete 1559

Martinillo "el careto" (VIII)

- Careto al lado de mi posada ha salido un basilisco.
El que así hablaba era Nuño “ el Pecas”, amigo de Martinillo y que vivia en la posada que su padre regentaba a la salida de Alcaudete, en el camino de Martos, cerca de la ermita de San Sebastián y poco antes de llegar al Pilarejo.
- ¿Un basilisco? Si ese bicho no existe Nuño.
- Si, si, que no existe, pregúntaselo a Natividad, que su hijo la va a palmar si no matan al bicho.
Así era. Natividad, mujer viuda que asistía a la madre de Nuño en las labores de la posada, y que vivia, pared con pared del mesón, en una casita aledaña, estaba muy preocupada, su hijo de tres años estaba débil y endeble, al parecer, porque un basilisco le estaba sorbiendo la esencia y el aliento, así es que el pobre niño estaba casi sin saliva y tosía continuamente de forma seca y ruidosa.
Los vecinos se habían unido en cuadrillas para atrapar a la bestia y todos los atardeceres intentaban acabar con el basilisco, pertrechados de trozos de espejo y agua bendita bien caliente.
Todos decían que el basilisco se oculta durante el día en los huecos de la bodega o del subsuelo de la casa para salir cuando todos duermen y esto se sabe porque emite un cansino y hechizante canto parecido al del gallo, pero más suave, que adormece mucho a los que ya descansan. Así se introduce con todas las precauciones en los dormitorios, para absorverles el aliento y succionarles la saliva a los confiados durmientes.
El pequeño de Natividad, había perdido el apetito y enflaquecía cada vez más y más. Tenía mucha tos, y su carita estaba pálida y demacrada.
Martinillo y el Pecas quisieron participar en la búsqueda del basilisco pero cuando propusieron tal cosa recibieron por respuesta sendos coscorrones y se les mandó a su casa de inmediato.




Un ciego cantor de romances les contó en la posada de Nuño que los basiliscos son monstruosos reptiles con un gran poder mortal, sin embargo no son animales muy grandes, tienen escamas normalmente pardas o verdes y cuatro garras parecidas a las de los gallos. En la cabeza tienen una gran cresta, dos alas como las de los murciélagos sobre el cuerpo y una crin de plumas negras que le recorre todo el dorso.
- No debéis mirarle a los ojos nunca, su mirada es tan fuerte y destructiva, que puede mataros. Si decidís atarcarle, tomad precauciones para que no os salpique su sangre que es muy ácida y produce quemazones. Cuidad que no os muerda, ya que son muy venenosos...
- si no nos dejan que nos acerquemos...
- Pues mejor para vosotros, hacedles caso. Sabed que el basilisco nace en noche de luna llena, a la hora de maitines, de un huevo pequeño y esférico, puesto por una gallina vieja mudada a gallo. Este pequeño huevo tiene la cáscara rugosa y debe ser quemado hasta consumirse en cuanto es encontrado, pero si no es así, de él nace un gusanillo colorado que se aposenta debajo de las casas, y en menos de un año, llega a tomar la forma adulta del basilisco.
Las cuadrillas no daban con el bicho y el chiquillo de Natividad estaba cada vez peor, aunque se había llenado la estancia donde dormía el rapaz, con toda suerte de trozos de espejos y cabos de vela encendidos para intentar que el basilisco viera reflejada su imagen, entonces moriría de seguro. Pero al no ocurrir esto, algunos empezaron a proponer que se debía meter fuego a toda la casa para eliminar el mal.
Una tarde, Martín y el Pecas que frecuentaban la posada todos los días, estaban escuchando al ciego trovero cuando entró Natividad gritando medio histérica.
- Bendito sea San Trifón que me ha amparado en mis súplicas, ¡El basilisco se ha derretido!, ¡se ha derretido!.
Todos corrieron a la casa y alli pudieron ver una gran mancha de un líquido pegajoso y de tonos verdosos ante uno de los espejos que había en la habitación. Y es que según les había dicho el trovero eso es lo único que queda de un basilisco que ve su imagen en un espejo. El niño mejoró aunque un mes después de estos hechos murió de unas diarreas que cogió, vaya usted a saber por qué.

continuará...

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